Por: Isabel Lovrincevich
La semana pasada la temática del envejecimiento poblacional y las modificaciones que este proceso debiera generar en la sociedad fue el tema tratado en diversos medios periodísticos de Argentina.
El diario La Nación, matutino de alcance nacional, publicaba el 10 de febrero pasado la nota “Gracias a la Ciencia Vivimos más ¿Y ahora qué?”; el diario El Día de La Plata publicaba el 13 de febrero la nota “Entre la Elección y La Necesidad, Historias de los que Trabajan más allá de los 75” y en la misma fecha el periódico La Gaceta de la provincia de Tucumán trataba el tema de una nueva forma de vivienda “El Cohousing“.
Todas estas notas tienen un eje común, el envejecimiento de la población y cómo deberán modificarse las sociedades para adaptarlas a su nueva composición etaria.
Cada vez más personas atraviesan el umbral de los 60 años, mientras que cada vez es menor la tasa de natalidad; es decir habrá menos bebés y más personas mayores. Esta realidad sin lugar a dudas es un logro de la ciencia.
En estimaciones recientes de la ONU, para el año próximo una de cada diez personas en el mundo será mayor de 60 años y para mediados de este siglo se espera que se duplique esta proporción. Por esta razón cobra tanta importancia que un cambio en la composición de las sociedades tan importante comience a tratarse cada vez con más frecuencia en los medios de comunicación, dado que la sociedad toda y los gobernantes en particular deben tomar conciencia de que esta realidad cambiará las sociedades para siempre, repercutiendo en el ámbito de la salud, el empleo, la educación, la seguridad social, etc.
Lo primero que debemos entender es que estos nuevos mayores del siglo XXI, lejos de ser una población desvalida que en todos los casos representa una carga para el Estado y las familias, en una gran proporción está constituida por personas activas, emprendedoras y con proyectos por delante.
En tal sentido, dice la profesora Silvia Gascón, directora del Centro de Envejecimiento de la Universidad Isalud y Embajadora Global de HelpAge: “Muchas personas mayores encuentran en esta edad nuevas oportunidades de seguir activas, integradas a la sociedad y contribuyendo a sus familias. Una etapa dorada para viajar, hacer nuevas relaciones y disfrutar el merecido descanso. También, una segunda oportunidad de concretar asignaturas pendientes: una vocación, un nuevo empleo, nuevos roles sociales. En general estas personas han tenido acceso a un nivel educativo medio o alto, han logrado percibir una buena jubilación y cuentan con acceso a la salud y redes de apoyo social. Siguen practicando algún deporte o realizan algún tipo de actividad física o recreativa. No participan de los centros de jubilados, sino que habitan otros espacios socio culturales intergeneracionales. Y la mayoría de ellos vive en hogares unigeneracionales”.
Silvia Gascón aporta otros datos: según las estadísticas, casi el 90 % de las personas mayores posee una jubilación o pensión, pero casi la mitad de ellos afirma que no les alcanza para vivir. Por otro lado, según diversos informes, los ingresos medios de los jubilados y pensionados cubrían apenas el 60 % del valor de la canasta básica para una persona mayor en 2016. Asimismo, un informe de la Universidad Católica Argentina (UCA) y la Fundación Navarro Viola, miembro de HelpAge, indica que más del 60 % mostró condiciones habitacionales inadecuadas, con malas condiciones sanitarias, hacinamiento o régimen de tenencia irregular.
En este escenario son cada vez más las personas mayores que deciden continuar trabajando, pero vemos que algunas por elección y otras por necesidad, tal y como lo afirma la profesora Gascón en el Diario El Día: “En Argentina nos encontramos con dos situaciones diferentes: por un lado, en contextos de pobreza un grupo importante de personas mayores tiene ingresos que no les alcanzan para llegar a fin de mes y se ven obligados a continuar trabajando y, por otro, para quienes el trabajo es un buen complemento del ingreso proveniente de la seguridad social o una elección personal. Este grupo de personas en general disfrutan de su trabajo, pertenecen a sectores medios o medios altos y desean continuar sus actividades. Y por supuesto están en plena capacidad de hacerlo”.
En consonancia con la opinión de nuestra experta, podemos afirmar que en materia de envejecimiento no hay vejez sino vejeces y en ese escenario, el continuar trabajando luego de la edad jubilatoria debiera ser un derecho y no una obligación.
El mercado laboral necesariamente operará un cambio en el que cobrará significativa importancia el tema de la educación permanente. En tal sentido opina Gascón: “Junto a la seguridad económica, el acceso a la salud y los entornos amigables, el cuarto pilar para un envejecimiento activo y saludable es tener oportunidades de educación permanente. En un mundo caracterizado por cambios vertiginosos la posibilidad de seguir capacitándose se convierte en un derecho”.
En igual sentido lo enuncia la OCDE en su último informe al decir que resulta urgente que los países amplíen y mejoren sus sistemas de aprendizaje para adultos, a fin de facilitar su adaptación al mercado laboral.
El organismo internacional señala que las tecnologías, la globalización y el envejecimiento de la población están transformando la cantidad y la calidad de los trabajos, así como las competencias que requieren las personas para tener un futuro positivo.
Son hechos para celebrar que los medios se interesen por la temática del envejecimiento poblacional. Significa que la sociedad está tomando conciencia de que inexorablemente todos moriremos y si tenemos suerte gran parte de ese curso de nuestras vidas será en la vejez, etapa de la vida que como las otras tiene aspectos comunes y profundas diferencias. Algunos mayores pretenderán continuar trabajando hasta el fin de sus días y algunos descansar y viajar, otros elegirán vivir con amigos en un sistema de casa en conjunto cohousing, otros preferirán continuar en la vivienda de siempre mientras su condición de salud se los permita.
El reto de los Estados será entonces diseñar las políticas públicas que nos permitan gozar de una sociedad para todas las edades y el camino sin dudas será reconocer que el envejecimiento poblacional es un proceso inexorable.
Les dejo los enlaces con las muy interesantes notas:
LA NACIÓN – Gracias a la ciencia, vivimos más: ¿Y ahora qué?
EL DÍA – Entre la elección y la necesidad, historias de los que trabajan más allá de los 75.
EL DÍA – Seguir trabajando debería ser un derecho y no una obligación.